viernes, 8 de abril de 2011

El amor y el querer

Me da que confundimos ambos términos, haciéndolos sinónimos, cuando no lo son. Un huevo se parece más a una castaña que el amor al querer. Pero, no quiero hacer definiciones en negativo, definiendo el algo como lo que no es, pues resulta confuso, archi-ambiguo y crispante (a mi me lo pareceria).

Como aquel jefe que se limito a decirme que hiciera "un algo" que en una primera versión que hiciera "algo" (prometo que el susodicho usó casi con esas palabras-comodín... ignoro porqué no usó el otro gran comodín: "cosa" ), pero que NO fuera Skynet (el superordenador que en la magna obra "Terminator" provocó la rebelión de las máquinas), NI que echara mucho tiempo probandolo, NI tampoco queria el cojo-diseño, NI que lo documentara en exceso y que si estaba ya hecho que lo cogiera de algún lado que NO habia que emplear demasiado tiempo.
Sólo atinó a decirme que habia que conectarlo entre "aqui" y "aqui" (dijo haciendo un boceto initeligible a la velocidad de una mano-laser  que en absoluto mostraban esos dos puntos salvo a él mismo en su propia imaginación) y nada más, que NO lo complicara, que es para lo que es. Ah y si veia que no hacia falta que "el modulo" (otro comodín del argot) tuviera alguna funcionalidad extra, que no me preocupase y que NO la elaborase. Vamos que lo único que parecia importarle era que NO empleara tiempo en tener algo que NO hacia casi nada. Prometo que pensé que una hamburguesa del McDonalds cumplia de sobras todos los requisitos negativos que me estaba imponiendo.Al final me llevó 2 semanas sacarle con sacacorchos lo que quería que hiciera.
Por eso mismo, voy a preferir otorgar un sentido positivo al amor, y otro al querer. El primero es sencillamente la entrega a los demás de lo que somos, de nuestra energía, de la vocación por apoyar, por cooperar en el crecimiento de otra persona cualquiera, bajo una base de respeto y no amenaza, bajo un clima de reciprocidad y no de autoridad, bajo el principio de la entrega de lo que somos a fondo perdido y no del contrato o de las contraprestaciones.


Dar y dar, ensalzada de empatía sobre todo, para captar mejor lo que mejor podemos dar de nosotros mismos a cada cual. Simplemente. Y eso que es el amor no entiende de edades, ni coyunturas, ni sexos,... es el apoyo (no paternalista ni maternalista) a los proyectos de las personas con las que convivimos, en un hogar o en sociedad, otorgado a través del desprendimiento de nuestra energía vital hacia los demás. Incluso a nosotros mismos. Es un sentimiento y proyección que va de dentro hacia afuera de nosotros.


El querer es sin embargo justo lo contrario. Es el empleo de nuestra energía en hacer que lo que hay fuera esté dentro de nosotros, de que nos pertenezca. Roza, y a veces invade, según la intensidad, el sentimiento del egoista. Pero es que es así. Lo que queremos lo queremos para nosotros. Es como un aspirador, un sacaleches,... puede llegar a ser como un agujero negro caprichoso y absorbente de todo.

Creo que es mejor que lo que deseamos no lo queramos en el sentido de querer absorberlo para nosotros, sino que es mucho mejor que induzcamos y facilitemos a que alguien nos de con su amor lo que deseamos... sin usar nuestras fuerzas para inocularnos lo que queremos.  Asi que cuando alguien dice que nos quiere, es muy positivo que os aclare si quiere poseernos o quiere darse a nosotros, porque una cosa es que nos quieran y otra que nos amen, que nos integren en una estructura de propiedades o que nos envuelvan con su energía desprendida. Lo que cuenta es saber dar... y recibir. Ambas cosas son lo único que cuenta. Lo que hace que resuene nuestro espíritu....

Y ahora, mil perdones, pues quiero comerme la hamburguesa a la que, mientras escribia esto, le he dado todo mi amor.

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