lunes, 15 de marzo de 2010

La dulce y venenosa seducción

La seducción es un maravilloso refrigerio del cual no me puedo desprender. Con ella tengo una relación tan venenosa como la simbiosis. La necesito y quiero creer que ella necesita de mi. Por esa incertidumbre mía la califico como venenosa y no pura simbiosis, pues a veces creo que es ella, la propia seducción, quien me seduce.

Declarada, aunque sea someramente mi relación con ella, me apetece realizarle un cierto grado de biopsia aun a riesgo de que en el intento Doña Seducción pierda su eficacia para conmigo. Procedamos. Sobre su morfología. Según mis observaciones es una entidad camaleónica, cambiando su forma según el momento y las circunstancias. Y cuanto más lo sea más poderosa se hace y más impregna sus efectos en el objeto indirecto. Así que es multicanal, pues llega por el oído fundamentalmente, es tremendamente oral, aunque las visiones fugaces, las medias presencias, y sobre todo el impacto en el núcleo esencial o el yo verdadero de la persona que es seducida, su yo, la hacen más efectiva. Presenta múltiples métodos de uso, muchos de ellos, según mis observaciones, no documentados aún. Pero lo más básico es que necesita a dos seres que la empleen simultáneamente, aunque cada uno haga uso de los canales que estime oportuno en un momento dado. Y por cierto, los canales son bidireccionales.

Sobre sus efectos. Ella se convierte en embajadora de su emisario y rodea de ensoñaciones que asemejan verdaderas al destinatario que está siendo seducido. Le conmueve el alma, y provoca un torrente de emociones empáticas que van en favor del emisario. En el otro sentido ocurre igual, con lo que se genera una sucesión de constantes interacciones sobre los dos sujetos que se conectan a esa máquina de turbulencias mentales. Por un lado produce esas ensoñaciones que necesariamente provocan respuestas basadas en ellas mismas. No es de extrañar que con ese panorama, y esto es un juicio mio que me licencio decir ahora, alguno de los dos sujetos efectúe acciones fuera de lo habitual, o que se halle fuera de la realidad en un momento determinado. Por eso dice el diccionario que un sinónimo de seducción es engaño obtenido con artes diplomáticas o alteración de la percepción de la realidad provocada con palabrería. Bueno, para mi, y esta es otra opinión personal, también puede ser otra cosa. Y la aclaro, pues no quiero tentar a nadie en pensar en que me baso en ficciones. Brevemente: cuando seduzco prefiero mostrar mi ser, esculpido a conciencia, mantenido intacto e invicto al chantaje o al soborno a lo largo del tiempo aunque sometido a penalidades por mi falsa insolencia o mi evidente carácter díscolo. Para mi es mi mejor prenda de seducción, pues con los tiempos que corren, lo auténtico resulta mucho más seductor en si mismo que el mejor de los artificios. Ese es mi lema, y dicho queda por si acaso alguien gusta de usar la misma arte.

Sobre su modo de uso. No existen reglas infalibles. Depende de los sujetos inmersos en ese privado mundo de contexto exclusivo a ambos. Esa nube escurridiza es altamente difícil de manejar, requiere arte, espontaneidad, ninguna clase de lógica ni sistemática, pues la degradan rápidamente y la convierten en artificial, perdiendo ésta todo su efecto, incluso pudiendo provocar que el otro usuario se desconecte. Cuanto mayor sea la conexión con el sistema límbico y el lóbulo cerebral de las emociones, de la creatividad y los instintos, tanto más manejable se hace.

Posología. Cuantos más canales se utilizan para proyectar el atractivo real de uno de los sujetos, cuanto menos se abuse de uno sólo de los canales, cuanto más efímero sea su uso, contrariamente a lo dictado por cualquier instrumento convencional, más agudo es su efecto. Es que la seducción no es un instrumento, por si acaso se cree eso. Es un ente en si mismo que está presente como el aire que nos envuelve y que en cualquier momento está disponible para vincularnos a alguna otra persona.

Potenciadores. Desde luego que existen factores que pueden activar considerablemente el efecto de la seducción, como la riqueza, la belleza, la posición social, al margen de las cualidades personales de los sujetos. Sin embargo el elemento que más poder tiene es la inteligencia, y no me refiero a la inteligencia académica que es lo que popularmente se asume, sino a las cualidades del ser despierto, del que es capaz de amoldarse a las circunstancias, de sugestionarse y ser sugestionado, de sentir a su interlocutor y sentirse a si mismo, y dialogar con su entorno y ser capaz de transformarlo. Esos seres son mas vulnerables a la seducción, si bien son los que mejores administradores son de sus servicios. Un arma de doble filo.

Sobre sus contraindicaciones. Un consumo o utilización excesivo puede hacer que la experiencia personal quede anulada, y ello conlleva el tropiezo en piedras ya conocidas. Se recomienda administrarla con sensatez. Y una contraindicación que yo desconocía, y de la que me acabo de percatar ahora mismo, es que puede llevar a escribir este tipo de textos sobre ella misma: la seducción. ¿A que es venenosa? Pero dulce...

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