jueves, 31 de marzo de 2011

La confabulación de los vagos

A menudo ese afán de algunos de alcanzar la máxima rentabilidad de nuestros esfuerzos (es decir, tenerlo todo sin pegar ni brote), nos juega malas pasadas. Si, y generan situaciones que de puro absurdo resultan risibles, … o quizás no tanto. A mi en particular me viene a la mente aquella inolvidable vez que entrevisté a una persona para un determminado puesto dentro de la empresa que dirigía en aquel momento.

  • Buenas... – Dije yo
  • Buenas... – Respondió el candidato/a
  • Qué tal? Encontró fácilmente el sitio.
  • Si bueno, es cosa de mi madre,... ella siempre encuentra sitio donde aparcar...
No me lo podia creer. El candidato/a vino acompañado de su progenitora.

  • Ah si? Qué madre tan estupenda tiene... – dije con una contenida risita. – Bueno, vamos a lo nuestro. – Eché una ojeada al curriculum de aquel individuo/a, y acto seguido le formulé la pregunta más habitual. – Cuenteme, ¿porqué está interesado en trabajar aquí?
  • Bueno, para eso tendría que venir mi madre, que es la que eligio esta empresa para que trabajara. – Respondió con una relajada desfachatez el candidato/a.

Que miedo me empezaba a dar el candidato/a. ¿Tendríamos que sonarle los mocos alguno de los empleados cuando su madre no estuviera? ¿Llorará mucho los primeros dias de trabajo, cuando su madre lo dejara por las mañanas? Éstas y algunas preguntas relacionadas se agolpaban en mi imaginación como una jauria de madres en el minuto 0 de las rebajas. Madres. Bueno, la verdad es que quizás estaba precipitando mis primeras impresiones... quizás su madre es una importante ejecutiva, o una experta en recursos humanos, y además tampoco tenia porqué ser una madre protectora... Así que liberé mi mente de prejuicios e investigué un poco más el contexto personal de mi entrevistado/a.

  • Pero cuenteme, ya que su madre es tan importante, ¿a qué se dedica ella? – Mi pregunta la formulé con la mayor profesionalidad y esperando con extrema atención la respuesta.
  • Bueno ella en realidad es madrastra,... y es de lo peor, pero, claro, tampoco iba yo a perder el tiempo si ella ya habia pensado por mi en qué sitios tenia que echar el curriculum... – Sentenció con naturalidad, encogiendose al final de hombros.

La sangre, ¿puede ser de horchata? Ya lo creo, porque esta persona la tenia como una granizada de naranja. Me dejó atónito la respuesta. Creo que hasta se me notó en la cara. Y más cuando vi que el candidato/a se empezó a escurrir por la silla para ponerse en una actitud más de relax si cabe, a la par que esbozaba una sonrisita de gustito conforme su cabeza iba descendiendo y su nuca reclinándose en el filo del respaldo. Me empecé a preguntar si verdaderamente me estaba gastando una broma, pero a mi, que además estas situaciones me dan una risa tremenda, me dio por aguantar el tipo...
  • Bien, y … aquí en el curriculum pone que sabe manejar el Microsoft Word, el Excel y Access.
  • Ein? Eso que es? Son cosas del Vista?
  • Más o menos... pero las sabe manejar o no?
  • Pues verá, no estoy seguro, por ese nombre.... no se,... pero lo que si se es manejar internet de miedo.

Horror... iba a tener un chatero en el trabajo a todas horas,... me iba a pervertir el ambiente laboral en menos de una semana, con todo el mundo conectado al messenger a todas horas,... Porque, ya suponia que seguro iba a pasar eso. De repente apareció un hilito de curiosidad, que yo creia hasta el momento inexistente en ese ser que pretendia trabajar, ... la naturaleza humana estaba presente en ese alma que creía cuasi-pusilánime.

  • Seguro que si se parecen esas cosas que dice a internet, las manejo que te cagas... ¿Y para qué sirven? ¿Son aplicaciones guays?

¿Guays? Desde cuando se han considerado que las aplicaciones ofimáticas sean guays y más en una entrevista de trabajo. ¿Manejar algo “que te cagas”? Desde cuándo se ha mencionado eso en una entrevista?

  • Digame una cosa, ¿ha sido su madre quien le ha escrito el curriculum?
  • Por supuesto, ya que es ella la que quiere que me largue de casa y encima no pretenderá que yo haga mi propio curriculum... Seguro que ha escrito uno bueno... a ver, déjemelo ver.

Me resultó imposible contabilizar la cantidad de tonterias por segundo que estaba escuchando. En mi mente veia con toda nitidez el cuadro que se me avecinaba si firmaba un contrato con el amigo/a. Todo un chupóptero profesional abusando de los compañeros y sin pegar un palo al agua. No obstante tenia que ir zanjando la entrevista pero sin demasiada premura, para no herir en exceso el amor propio del candidato/a, y mucho menos de la madre.

  • Y digame, ¿cuál es la mejor cualidad que posee?
  • Indudablemente la eficiencia. Soy tremendamente eficiente. Soy capaz de tirarme un finde entero en el sofá viendo el máximo número de películas posible y sin ir al baño.
No quise preguntar por los detalles escatológicos, aunque me producia una morbosa curiosidad.

  • Aham.... interesante, y... acerca de lo que espera del nuevo puesto, en caso de ser contratado aquí, ¿qué esperaría que la empresa le ofreciera?
  • Indiscutiblemente comodidad ,– Bingo! Respuesta correcta. Crei haber calado a nuestro gran personaje – un gran alto de comodidad. ¿Sabe? Las empresas que mantienen a sus trabajadores contentos y cómodos son las más productivas... lo oí en la tele una vez... Ah y tampoco que haya que trabajar mucho, que sino es muy cansado.

Sin palabras. Me dispuse a cerrar la entrevista.

  • Mmmm... Bien. Pues le voy a agradecer mucho su presencia aquí. Ha sido un placer y ya nos pondremos en contacto si es finalmente seleccionado. – Le tendí la mano y me levanté para invitarle a salir de la sala. Para mi sorpresa, se mantuvo en su silla, en la misma postura, con las piernas bien estiradas.
  • Pero, ¿ya está? ¿No hablamos de pasta ni nada de eso? Oiga, mire, que algún regateillo hemos de mantener, ¿no? ¿Es lo que se hace, no?

Me parece que su mente repleta de palomitas, snacks, refrescos, teleseries y folletines variados, estaba manifestandose en toda su dimensión. Le aclaré cortesmente que el “regateillo” lo dejariamos para el momento de la contratación, por lo que se quedó contento/a.

Se dirigió a la salida contento, como si hubiera conseguido el trabajo. Y yo me quedé con una sonrisa por la anécdota de haber mantenido tan singular entrevista.

Pero algo insólito para mi sucedió. En la calle se oyó a alguien gritar:
  • Mamaaaaaaaaaaa,... que siiiiiiiiii, que esste sitio me molaaaaaaa.... dile a Papa que soborne bien al dueño que yo aquí me quedooooo.... Y el encargaooooooo es de PM, mami, de PM....

Entonces fue cuando dejé de ser de raza latina para convertirme en nórdico, y sentí que iba a empezar a trabajar en la casa del terror.


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