jueves, 20 de junio de 2013

Cizaña ponzoñosa

¿Acaso hay algo más depravado, para las relaciones humanas, que las injerencias continuadas entre dos personas que se quieren, por parte de una parte interesada en una de las dos, de manera que, apelando a las dudas, a los miedos, a las incertidumbres, al reto de desposeer al otro del amor, usando mentiras, manipulando con las palabras, trate de esculpir la brecha de la separación?

Si lo aderezamos con dosis de doble o triple personalidad, más letal aún.
Si lo coloreamos de violencia verbal descontrolada como si se tratara de una diarrea mental, solamente enfocada en el fracaso de una relación que no concierne, más letal aún.
Si se viste de violencia e irreverencias innecesarias y gratuitas, más letal aún.

Pues he sido testigo directo de ver cómo he sido despojado de la manera más ruin y cínica de alguien a quien yo amaba. He sido juzgado por alguien que no atesora la suficiente sabiduría.... pero pese a ello, ha sucedido lo que alguien sin conciencia ni empatía quería que sucediera: que perdiera mi amor.

No cero en maldiciones ni maleficios, pero si en que el peso de las consecuencias y de las vias que sigue cada cual para conducir su vida, le pasen algún día la factura tan elevada que he pagado hoy: ver cómo mi amor se desvanece sin remedio ante mis ojos, ante sus propios ojos llorosos, y ante la angustia de un querer ya muerto.

Que tu conciencia humana oiga la melodía de tus propios actos.... Y deja de hacerme creer que tienes sordera.

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